5 Verdades que tienes que saber para manejar mejor tus emociones

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En virtud de manejar de manera favorable nuestras emociones, debemos contar con un marco teórico que fomente una mayor comprensión del tema. Esta es la segunda entrada en la serie de manejo de las emociones.

A continuación, las 5 verdades que tienes que saber sobre las emociones:

Verdad Nº 1: Las emociones siempre son fuente de información

Solemos creer que las emociones son el problema, cuando el verdadero problema consiste en no saber aprovechar la información que brindan. Toda emoción puede ser oportunidad para el crecimiento u oportunidad para el desastre. Depende de cómo te perfiles frente a esa emoción.

Verdad Nº 2: A las emociones no hay que reprimirlas, hay que aceptarlas

Una vez que llega una emoción ya es demasiado tarde. De nada sirve luchar contra ella o pretender que no está allí. Entender el por qué están allí es fundamental, porque siempre hay una razón.

Aceptar a las emociones que surgen significa no reprimirlas. La represión de una emoción no sirve porque lleva muchas veces a que dicha emoción crezca y se transforme en algo más disfuncional. Por ejemplo, un miedo que se reprime puede transformarse en fobia.

A diferencia de los niños, que no ocultan sus emociones, nosotros los adultos no solemos demostrar lo que sentimos. Nos acostumbramos a reprimir nuestras emociones a medida que crecemos. Y cuando la energía queda reprimida, el organismo mantiene un estado de estrés que impide su funcionamiento óptimo (enfermedades físicas, hipertensión, migrañas, úlceras, enfermedades mentales como depresión, ansiedad, fobias, explosiones de comportamiento irracionales, etc).

Es por eso que en lugar de reprimir tus emociones, es mejor proceder a la descarga de las mismas. ¿Pero cómo se realiza esa descarga? Puedes moverte, resoplar, gritar, caminar, dar un golpe sobre la mesa, soltar una patada, golpear una almohada, sacudir las manos, respirar profundamente, etc.

El propósito de esta clase de reacción es descargar al sistema de la sobrecarga a la que está sometido. La función de la descarga es equivalente a abrir la válvula de escape de una olla a presión. La ira (frustración, enojo) produce un intenso y brusco aumento de adrenalina en la sangre que pone al organismo en un estado de alerta, listo para el combate. La descarga de la tensión permite que el sistema vuelva a recuperar el estado más adecuado para su funcionamiento.

Verdad Nº 3: No hay emociones buenas o malas

Existen lo que son emociones funcionales y disfuncionales. Las emociones van a ser más o menos funcionales en cuanto a cómo nosotros decidimos responder ante la aparición de la misma. Las emociones disfuncionales son las que bloquean la posibilidad de experiencia y aprendizaje. Las emociones funcionales son aquellas que nos muestran información valiosa acerca de nosotros y ponen en marcha el círculo de aprendizaje continuo. Si bien estamos acostumbrados a etiquetar a las emociones como positivas o negativas, es mejor hablar en términos de su funcionalidad.

Todas las emociones tienen su lado funcional, inclusive aquellas como el miedo, enojo, tristeza, envidia y culpa.

El miedo es funcional cuando nos damos cuenta de que hay un desequilibrio entre la amenaza que enfrentamos y los recursos con los que contamos. Y comprender esto nos guía hacia la búsqueda de recursos (tanto internos como externos) que necesitamos para salir del estado de miedo.

El enojo es funcional cuando nos damos cuenta que toda esa cuota mayor de energía puede darnos fuerza para resolver el problema que nos enoja.

La tristeza es funcional cuando se acepta y se permite experimentar el dolor con dignidad. Porque de esa manera, evitamos que el dolor se transforme en sufrimiento. Darle la bienvenida al dolor en lugar de defenderse de él es siempre la mejor opción porque el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Si tratamos de escaparnos del dolor, es ahí cuando caemos inevitablemente en la melancolía y en la desdicha como estado de ánimo negativos permanentes. Ahí es cuando la tristeza pasa a ser disfuncional. Uno puede aceptar el dolor, sabiendo que es una fuente de aprendizaje y expansión de la vida.

La envidia es funcional cuando logramos darnos cuenta que lo que la envidia busca es la eliminación de un contraste entre lo que se tiene y lo que no se tiene.

La culpa es funcional cuando nos ayuda a realizar las correcciones necesarias para restablecer el equilibrio interno ante una transgresión moral.

Verdad Nº 4: Nuestros estados de ánimo son producto de la interpretación de una emoción

Los principales estados de ánimo negativos derivan de emociones no tenidas en cuenta, reprimidas o mal encauzadas. Si queremos modificar un estado de ánimo en nosotros, debemos de prestarle atención a la emoción que antecede. Dependiendo de cómo interpretemos nuestras emociones, nuestros estados de ánimo se verán afectados.

Esto es bueno saberlo, ya que ahora podemos tomar un rol más protagónico cuando notamos que estamos con determinado estado de ánimo. Ya sabemos que no somos víctimas de las circunstancias, sino que podemos modificar nuestros estados de ánimo.

Verdad Nº 5: No se puede controlar conscientemente la aparición de las emociones

No pueden ser comandadas para aparecer o desaparecer. Surgen desde el subconsciente. Lo único que podemos controlar es cómo lidiar con ellas una vez que aparecen.

Las emociones menos deseadas son miedo, ansiedad, vergüenza, enojo, tristeza y culpa. Cuando sientas el surgimiento de algunas de éstas, mantente atento a su llegada y luego pregúntate si de verdad quieres sentirte así. Puede darse que, en efecto, quieras sentirte así (al menos por un tiempo). A mí me ha pasado. A veces siento como que necesito enojarme y que está bien (catarsis). Sin embargo, esta es una decisión que tomo conscientemente.

Es importante aclarar esta distinción. Sean cuales sean las circunstancias, pregúntale a ese sabio que se encuentra en tu interior si realmente quieres pasar de un estado de relativa tranquilidad a un estado de miedo/ansiedad/enojo. Y si no quieres, no hay nadie quien te obligue a hacerlo.

Si quieres enojarte, decide enojarte. Asimismo, si no quieres enojarte, decide no enojarte.

fuente: www.rodrigoacevedo.com.uy

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