En el sureste de Alaska, hay una isla donde enormes osos pardos patrullan las costas, entre restos de la edad de hielo. Los glaciares, que en tiempos formaban gigantescas autopistas entre las montañas, se encuentran hoy en franca retirada, y el hielo se ha transformado en océano a lo largo de la cordillera costera. Ahora las montañas son islas, y los osos son náufragos abandonados a su suerte en mundos aislados. Confinados por las crecientes aguas, estos osos merodean por las rocosas playas, expectantes, en busca de lo que la suerte o el destino les traiga del mar. Los nativos llaman a este lugar la fortaleza de los osos; Los antiguos exploradores rusos, al divisar desde sus barcos enormes osos pardos merodeando por la costa, la llamaron la isla del miedo.