La doctora Andrea Burri es genetista y psicóloga. Su trabajo no había llamado la atención hasta el año 2009, momento en el que publicó un estudio cuyo resultado final fue portada de los diarios internacionales de medio mundo. Su conclusión: «El punto G, no existe».
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Su investigación determinó que el punto G no está asociado a la genética, con lo que no se trataba más que de un fenómeno objetivo. La conclusión ofreció golosos titulares y una buena dosis de alivio contra la frustración de infinidad de hombres y mujeres, que en su angustioso afán de búsqueda no habían conseguido encontrarlo.