Científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), investigan un antibiótico natural descubierto en los años 50 llamado piridomicina que puede ayudar a combatir cepas de tuberculosis resistentes a tratamientos habituales.
Según el informe realizado por expertos suizos de la Escuela Politécnica de Lausana, la piridomicina es un producto natural que logra eliminar el bacilo de Koch o bacteria “mycrobacterium tuberculosis”, principal causa de la mayor parte de los casos de tuberculosis particularmente resistentes a antibióticos usados tradicionalmente.
Para el director del instituto responsable de la investigación, Stewart Cole: “Este tratamiento natural inhibe una enzima vital de la misma manera que los mejores antibióticos corrientes, pero de una forma suficientemente diferente como para lograr combatir las cepas resistentes a los antibióticos corrientes”.
El experto manifestó que se redescubrió un viejo antibiótico, extraído de un microbio presente en el suelo “que jamás había sido desarrollado, pero que podría combatir las cepas sensibles y resistentes a los tratamientos farmacológicos de la tuberculosis”.
En este sentido, aseguró que la estrategia de reconsiderar viejos antibióticos que ayuden a encontrar nuevas pistas para combatir enfermedades “parece eficaz”.
Lo más alarmante de la tuberculosis, que mata cada año a 1,4 millones de personas especialmente en Asia y África, es que varias cepas sean totalmente insensibles a los tratamientos disponibles hoy y limiten la esperanza de vida de las personas que la padecen.
Este nuevo antibiótico natural sustituiría tratamientos como la isoniazida, un medicamento sintético descubierto en los años 50 que ha perdido su estatus de “producto milagro” al dejar de ser efectivo para algunas de las cepas resistentes a la tuberculosis y obligar a los enfermos a recibir tratamientos de duración muy prolongada.
Además, la vuelta a los compuestos de origen natural puede ser una alternativa particularmente prometedora en los casos en que los antibióticos sintéticos desarrollados décadas atrás han causado resistencias en un largo espectro de bacterias.
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